Antes de la aventura

Aún con los ojos cerrados poco a poco voy sintiendo cada vez más a Tinu dentro de mí, su dulce aroma a frutas, la tersura de sus carnosos y temblorosos labios, la suavidad de su piel… expulsando todos los amargos recuerdos que torturan mi alma. Intento grabar en mi mente este preciso momento, sé que lo necesitaré si quiero evitar convertirme en lo que más odio.

Siento como me acaricia la mejilla dulcemente relajando todo mi ser, así que cuando se separa despacio de mis labios sigo con los ojos cerrados y, al oír su disculpa no puedo sino sonreír dejándome caer despacio al suelo terriblemente agotado por el esfuerzo.

Todo mi cuerpo está sudoroso y aún tengo ligeros temblores, realmente muy pocas veces he llegado hasta tal punto de descontrol.

Dejé ir todo el aire de mis pulmones intentando respirar con tranquilidad y, al abrir los ojos veo como el Tinu ha dejado inconsciente al estúpido sacerdote.

Vaya, pensaba que a quien habría tirado por la ventana habría sido yo… Pensé sorprendido. Aunque al girarse hacia mí, veo como se acerca y sujeta una de mis temblorosas manos para acercarla a su rostro. No puedo evitar dar un respingo de pánico, puesto que después de contener tanto mi poder éstas estaban mucho más calientes de lo normal y no quería dañarla.

Al oír sus palabras hace que abra mis ojos sorprendido y un ligero sonrojo se apodera de mis mejillas.

¿Desde cuándo yo he de ser protegido? Pensé desviando con rapidez mi vista de ella.

- Tonta… - Susurré con voz ronca y cansada mientras una leve sonrisa asomaba en mis labios.

Poco después veo como se acerca al molesto e inconsciente sacerdote y me mira con expresión agotada, sujetando con fuerza su extraño báculo pidiéndome que lo deje en su habitación.

Me levanté despacio y, aunque no respondí cargué como un fardo en mi hombro al sacerdote cumpliendo sin rechistar su pedido.

Una vez vuelvo a la habitación veo como me observa con angustia, diciéndome lo que ya me temía. Di un suspiro y cogí su zurrón que anteriormente me había indicado atándomelo al cinturón.

- Es culpa mía. - Susurré cansado y, volteándome hacia ella la alcé nuevamente entre mis brazos.

Antes de que pueda decirme nada la interrumpí. - Estás cansada y has dicho que es urgente, así que intenta soportarme un poco, ¿de acuerdo? -

Y, sin esperar ni un segundo más salté por la ventana cargando a Tinu, para perderme entre las callejuelas.

Veo como Khanne toma al maestro Kaiedus y alza cual bolsa de patatas y lo coloca sobre su hombro, veo como a paso apresurado sale de la habitación para cumplir el pedido que le encomendé. Caigo de rodillas aún sujetando mi báculo, esos últimos hechizos me habían desgastado mucho, con respiración algo entrecortada traté de ponerme en pie, a duras penas entre titubeos debido al temblar de mis piernas y a la poca fuerza que me quedaba, solo espero que no se den cuenta que le ha borrado la memoria a Kaiedus, pensé y un enorme escalofrío recorrió toda mi espina, es una de las grandes prohibiciones en el gremio, y conlleva ciertos castigos, pero al fin y al cabo ya lo había hecho.

Aprecio el regresar de Khanne a la habitación, en un abrir y cerrar de ojos toma mi zurrón y lo ata a su cinturón. Antes que pudiera pronunciar palabra alguna, ya me tiene sujeta entre sus brazos, siento el tono triste en su disculpa al sentirse culpable de la situación. Coloco mi mano sobre su cabeza y revuelvo un poco su cabello.

-No te preocupes.- dije tranquilamente -Mystra proveerá, las cosas van estar mejor, además no fue tu culpa, fue mas culpa mía por desmayarme, así que no te preocupes.- añadí y continué rascando su cabeza

Momento seguido estábamos saliendo de la casa de Kaiedus ¿a través de la ventana?, imagino que lo habrá hecho para no dar tanto espectáculo, pero la salida si había sido algo llamativa.

-¿Hacia donde vamos Khanne?, pregunté en tono cansado

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Continua en; La granja de los problemas.