El Secreto de una Pluma Plateada

Sonreí divertida al escuchar la profunda voz de Dranius, aunque a él apenas le había escuchado entrar en la tienda había "sentido" el mismo cosquilleo en mi nuca de cuando le conocí.

Asentí al susurro de Slade soltándole con calma sus cálidas manos sonriendo, desconozco porqué al girarme tenía ganas de bromear pero por primera vez no tenía miedo de si me malinterpretaban o pensaran lo peor de mí, simplemente estaba feliz.

- Ya sé que Slade no es humano y tampoco me refería a él precisamente. - Dije rodando los ojos frente a Dranius fingiendo estar molesta apoyando las manos en mis caderas. - Simplemente dije lo que vi en mis viajes ¿Pero sabes? tendréis que inventaros algún nombre para definiros porque llamaros "una especie de vampiro" es demasiado largo. - Añadí acercándome un par de pasos a él sin perder mi sonrisa.

Dudaba que los otros dos generales que se hallaban detrás de Dranius desconocieran lo que eran Slade y él, aunque también podían ser de su misma raza ¿no?

Al estar frente Dranius me hizo dar cuenta que tenía que estirar más el cuello para poder observar su rostro aún envuelto en esa blanca bufanda. - Eres condenadamente alto cuando no uso mis botas ¿sabías? - Comenté divertida. - Aunque también sería un placer poder pelear contra ti de nuevo. - Sentí las miradas de los otros dos desconocidos sobre mí y me apresuré a corregirme. - O pelear contra... ¿ustedes? - Añadí observando detenidamente al nuevo par.

El más cercano a Dranius y a mí tenía el cabello muy corto, de hecho sino fuera porque éste era de un intenso color negro parecería calvo. Era algo más alto que yo y prácticamente iba envuelto en una gruesa capa de color pardo que cubría su nariz y orejas, apenas se podía ver la piel acanelada de su rostro y sus ojos negros que no perdían detalle de mis movimientos. Pude ver como llevaba una armadura de cuero grueso y varios cinturones de distintos tamaños en su cintura, a primera vista no parecía ir armado pero Dranius tampoco.

Desvié mi atención al segundo desconocido, éste era sino igual de alto que Dranius le ganaba por poco. Llevaba una pesada armadura de placas con varias sujeciones de cuero, su capa de color azabache parecía estar sujeta en un enganche de su armadura y, aunque tenía la capucha puesta pude apreciar cómo algunos cabellos castaños escapaban con rebeldía de ella. Lo que más me llamó la atención no fue ni su armadura ni su altura, mis ojos no pudieron evitar observar su ¿barba? Nunca había visto a un hombre con lo que parecía ser su bigote y parte de su barbilla con sus pelos bien recortados dejando despejado el resto de su rostro. La mayoría de enanos que había visto llevaban sus barbas hasta su cinturón sino más largas, ¿sería pelo o serían hormigas?

Con mi duda en mente sujeté sutilmente la manga de Dranius para llamarle la atención.

- Señor Dranius... ¿Su compañero que tiene en la cara? No sé si son hormigas o pelos... - Murmuré intentando no sonar grosera pero muerta de curiosidad, ya que nunca había visto algo así.