Petalos de una rosa negra

No podía dejar de temblar, me sentía débil y estúpida por dejar que el miedo me dominara de esta forma, pero los molestos ladridos no hacían más que recordarme mi angustiosa huída. Me mordí los labios para controlar mis lágrimas, ya que con cada palabra tranquilizadora que Slade pronunciaba más se acumulaban en mis ojos. Escondí mi rostro abrazándome las rodillas, aunque la posición me era dolorosa necesitaba tranquilizarme.

- Confío en ti. - Susurré sincera aunque con voz ahogada al ver tanto sus esfuerzos como el emblema. No me sorprendí al darme cuenta de la verdad que contenían esas simples palabras, lo que me era imposible de entender es por qué él confiaba en mí siendo alguien tan importante como para llevar tal emblema. Suspiré sintiendo como las traicioneras lágrimas bañaban mi rostro y el nudo en mi garganta me oprimía cada vez más.

- No sé quién soy. El otro día en el lago me presenté como "Amnesia" porque me es imposible recordar mi propio nombre. Hace poco más de un mes que "desperté" por llamarlo de alguna forma. Desconozco si poseo familia, si he sido tan o más cruel que mis hermanos de raza, cuantos años tengo, o si alguna vez llegué a besar a alguien... - Expliqué cabizbaja. - En cambio sé preparar toda clase de venenos con los ojos cerrados sin saber siquiera los nombres de las plantas que los componen, puedo luchar con mis espadas y arrojar mis dagas sabiendo que acertaré en el blanco aunque no tengo idea de cómo aprendí a hacerlo. Sé que la gente me rechaza y me odia por el color de mi piel y no los culpo, he visto algunas de las atrocidades que han cometido y me repito todos los días de que es normal que me odien... -

Tomé aire a la vez que valor para alzar la cabeza para poder enfrentar la mirada bicolor de Slade. - Por estos motivos desconozco el significado de tu emblema, lo que no comprendo por mucho que me esfuerzo en hacerlo es ¿porqué? - Pregunté sintiéndome completamente perdida.

- ¿Porqué me cuidas, proteges y eres tan amable conmigo sabiendo lo que soy? - La duda me carcomía en mi interior hasta tal punto que dolía.

Sus palabras me revelaron que tan herido tenía su corazón, todo el peso que cargaba en esos frágiles hombros comenzaban a derrumbar sus cimientos. Llevaba una carga muy pesada, y una duda aún más profunda. Empezaba a comprenderla a una profundidad que no esperaba tan próxima.

- Dudo que seas como ellos – Argumente mirando aun por la ventana al oscuro sujeto de afuera – Quizás no sepas como sabes lo que haces, pero eso no significa que hayas olvidado quien eres, eso no puede cambiarse tan fácil. Desconozco si has matado a alguien, si hiciste cosas que podrías llegar a lamentarte, pero si eres como demostraste, puedo asegurarte de que si hiciste algo como eso, habrás tenido tus motivos. – Voltee mi vista hacia la afligida postura de Amnesia y me agache para estar a su altura – Uno no elije donde ni cuando nacer, yo nací en un lugar donde la esclavitud era aceptable, donde tenía sirvientes antes de poder hablar, donde sabia como sujetar una espada antes de aprender a caminar. Hay muchas posibles razones por las cuales puedas preparar venenos o acertar cada lanzamiento, no tienen por qué ser razones trágicas.

Sus ojos se habían quebrado en lágrimas cristalinas que cubrían su rostro. Me miraba tan profundo que llegue a sentir parte del dolor que ardía en sus mejillas. Tenía tanto la sabiduría de la vida como la inocencia de una niña reflejado en su iris.

- Este emblema de hierro en algunas partes puede llegar a valer más que la insignia de un alguacil o intendente. Si es de plata, solo un noble podría cuestionar tu palabra, y si es de oro, bueno, tendrías el mismo peso q la palabra de un noble, aunque claro, solo el líder de los Fénix Negros posee uno. – Mentí, aunque no era del todo falso, esa era la información que la mayoría de las personas creía, la presencia de estos emblemas además de la clara pertenencia a los Fénix Negros, también era una especie de lenguaje que solo algunas personas de poder y muchos nobles conocían. Existía un cuarto emblema. – Te protejo porque puedo, porque es lo que hacemos, porque no discriminamos a nadie por su procedencia, y por qué a pesar de que nuestro encuentro aquella noche fue fugaz, fuiste una pequeña vela que encendió en mi oscuridad.

Tuve que cerrar los ojos para poder aceptar sus palabras, las lágrimas resbalaban sin control alguno por mi rostro, y todo mi cuerpo temblaba por la fuerza del cálido sentimiento que me envolvió. No podía hablar, de hecho hasta me costaba respirar. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho intentando controlar el intenso sentimiento. Saber que alguien o mejor dicho, que un humano como Slade me aceptara derrumbó todo mi mundo interior con un efecto arrasador.

Sin dejar de temblar, abrí los ojos y acerqué con lentitud mis brazos hacia él, apoyando mis manos en sus fríos hombros. Suspiré profundamente enfocando mi nublada mirada hacia su rostro. Apenas fui consciente de cómo me iba acercando a él perdiéndome en su profunda mirada, todo mi alrededor desapareció haciéndome sonreír.
Todo el dolor, mis preocupaciones y mis miedos desaparecieron por completo. Simplemente cerré mis ojos dejándome llevar por este nuevo sentimiento terminando la distancia que nos separaba.

Sentir la frialdad en sus labios me erizó la piel pero no me desagradó en absoluto. Apenas fue un roce pero enseguida suspiré forzándome a alejarme de él, no quería incomodarlo con mi osadía.

- Si... Si te he molestado o no sientes nada por mí... Dímelo y te prometo que jamás volveré a hacer algo así. - Murmuré avergonzada desviando mi vista hacia la rojiza alfombra.

Sentía como mis palabras lentamente iban tranquilizándola, pero fue su acción consecutiva la que logro que mi mente cayera presa de un blanco vacío.

Había empezado por tomarme de los hombros, sentía el cálido calor de sus manos chocar contra el frio de mi piel. Era una sensación cálida que me hacía recordar a mi niñez cuando me abrigaba luego de un frio invernal. Y siguió su movimiento acercando lentamente su rostro. No la frene, aun no sabía en qué pensar, no podía reaccionar. Pero cuando apenas nuestros labios se juntaron, cuando apenas se abrazaron, ella los separo, y fue allí donde todo mi mundo volvió a mi mente.

En un principio no sabía que decirle ante sus desentendidas palabras. Recorrí rápidamente los recuerdos de ese día y los asimile juntos a los de aquella noche, no quería haberle dados falsas ilusiones, simplemente fui yo todo este tiempo, mi verdadero yo que yacía sepultado bajo gruesas capas de soledad. También recordé aquellos tiempos donde “Ella” me decía muy a menudo que si me comportaba así con todo el mundo, pronto, alguien ajeno a la amabilidad, terminaría por causar sentimientos encontrados, y tenía razón, muchas veces lo había experimentado.

Pero una parte de mí, se sentía a gusto con ella, una pequeña parte de mí, le hubiese gustado q aquel casi beso hubiese sido algo más. Aun había heridas en mi corazón que necesitaban ser sanadas, heridas que temía que lastimaran a personas que me importaban.

- Yo… - Balbucee, dejando inconclusa la oración por unos segundos. Sentía ese pequeño momento como si fuera eterno, como si cortara el aire q nos rodeaba. – Mentiría si dijera que siento algo por vos, pero también mentiría si te dijera que no lo hago. – Dije dubitativo – No quiero q esto interfiera de alguna manera que me impida volver a verte, pero hay ciertos aspectos de mi vida que aún no puedo resolver, y no sería justo para vos ni para mí, terminar sufriendo por algo así. Lo siento si mis palabras son duras, pero nunca fui bueno con ellas, solo no quiero q sufras por mi culpa, y no quiero q te sientas mal por lo que acabas de hacer, solo… entiéndeme. – Buscaba su mirada apenada, quería que creyera mis palabras, que supiera que yo también llevaba una carga pesada en mis hombros.

Sonreí con su respuesta, realmente no necesitaba nada más. Suspiré acomodándome en el suelo para poder apreciar su mirada, su preocupación era evidente además de que parecía que lo había puesto realmente en apuros. Pude apreciar como su pálido rostro parecía teñido de una oscura presencia, un profundo dolor que se me hacía muy familiar... Sujeté una de sus frías manos y la acomodé en mi pecho, justo encima de mi corazón para que pudiera sentir los fuertes latidos.

- Lo entiendo. - Respondí tranquila sin que la sonrisa abandonara mis labios.

Desvié mi mirada al techo de la habitación intentando ordenar mis pensamientos a la vez que acariciaba suavemente la fría mano de Slade, lo más seguro es que mi acción resultara bastante escandalosa, sobre todo después de haberle robado un beso, pero quería que notara como todo mi mundo estaba cambiando gracias a él.

- Disculpa que te haya incomodado y agradezco en verdad tu sinceridad. - Dije con suavidad enfocando mi mirada nuevamente hacia él. - Dices que tus palabras son duras aunque yo no lo creo así, me has salvado de todas las formas que se puede salvar a alguien, te he desnudado mi alma y me has aceptado por lo que soy aún cuando ni yo misma me conozco... - Suspiré sonriendo, quería que el supiera cómo me sentía pero no quería que se sintiera atado hacia mí.

- Yo... Quise regalarte mi primer beso. - Sentía el fuerte rubor en mi rostro subiendo hacia mis orejas pero aunque estaba avergonzada, no desvié mi mirada. - Imagino que es algo estúpido, puesto que no te pregunté si tienes pareja, y de hecho ni siquiera sé si soy de tu agrado. - Bromeé nerviosa. - No sé que es éste sentimiento que me has despertado, pero sé que va a seguir creciendo y no quiero que te sientas responsable o que interfiera en nuestra... uh... ¿amistad? - Pregunté confundida.

Mis mejillas ardían furiosamente aunque me esforzaba en calmarme. - Puedo ver que tu mirada carga con mucho dolor, desconozco porque siendo humano tu piel es tan intensamente fría, o porque parece que la soledad y la oscuridad te abrace con tanta fuerza como a mí pero... - Suspiré intentando calmar el caótico mar de sentimientos que me abrumaban. - No creo merecer tu confianza, pero me gustaría poder estar ahí para ti cuando me necesites... -

Ella pareció entenderme, no sé qué tanto, ni que tanto creyó en mis palabras, pero parecía haberme entendido. Sentir sus fuertes latidos a través de su pecho había armonizado en gran parte el torbellino de recuerdos que se habían formado en mi interior.

- Demostrar tus sentimientos no es algo estúpido, quizás lo parezca, o quizás los demás lo vean así, pero no creo que sea estúpido en absoluto. Te agradezco que lo hayas hecho, me agradas, eso solo que… es complicado – Entristecí - No, ella ya no existe entre nosotros. – Una pequeña sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro mientras le decía aquellas palabras.

Fuego, gritos, sangre, llantos, cuerpos. Viejos recuerdos.

- No es que no merezcas mi confianza, es que me cuesta hablar de mí mismo, pase mucho tiempo abrazando la desconfianza, que pareciera que ya formara parte de mí… ¿realmente estoy dañado no? – Pregunte retóricamente con burla. Sabía mi condición, pero era la primera vez que lo decía en voz alta.

Me remordí los labios al ver como su penetrante mirada bicolor iba entristeciendo a la vez que intentaba explicarme su pesar, parece ser que la "ella" que mencionó había sido su amada y ya no se encontraba entre los vivos... O eso me pareció entender con sus breves palabras.
Sujeté su fría mano en mi pecho acercándola a mi rostro para besar con delicadeza sus dedos y sus fuertes nudillos, prácticamente podía sentir su dolor reflejado en su ser. Suspiré sintiendo mi corazón acelerado, acomodando su mano en mi cintura para acercarme a él y rodearle tiernamente con mis brazos.

- Tú me has demostrado que por muy dañados que estemos si encontramos a la persona correcta, los fragmentos de nuestra alma que creíamos rotos pueden recomponerse... - Dije con voz suave, acariciando con cariño sus plateados cabellos.

Su cuerpo parecía un bloque de hielo, completamente frío y tenso, de hecho no era capaz ni de sentir sus latidos. Cerré mis ojos intentando transmitirle mi compañía y calidez, tal vez yo no era la persona adecuada para él sobretodo viendo la intensidad de su dolor, pero en verdad quería ayudarle a aliviar su pesada carga.

- Eres un hombre increíble Slade, me has salvado de la desconfianza, del miedo y has curado mi alma. Me gustaría poder hacer lo mismo por ti, así que no importa si no puedes corresponder mis sentimientos. Si puedo hacer alguna cosa, cualquiera para ayudarte... Tan solo pídemelo. -

Se sentía extraño volver a sentir cariño de una persona. Desde que ocurrió aquel hecho, solo me dedique a formar a los Fénix Negros, a convertirme en una especie de mediador entre razas mientras defendía a los débiles. No quería que nadie pasara lo que yo pase, no si podía evitarlo.

- Todo se resume a la persona correcta – Susurre – Me alegro haber sido de ayuda, el simple hecho de poder haber ayudado a alguien me devuelve un poco de la esperanza perdida, llena de a poco lo poco que queda de mi – Mis palabras escapaban de mis labios como un aliento exhausto y pesado. La persona correcta puede arreglarlo todo, nadie lo discutiría, pero perderla, perder a esa persona, lo despoja a uno completamente de todo.

- Que estés aquí es más que suficiente – Mencione mientras la sujetaba con la fuerza de un abrazo contenido por tanto tiempo, comencé a soltarla para levantarme, esperaba no haberla lastimado, la tempestad de recuerdos empezaba a crecer nuevamente en mi cabeza, no quería herirla con el filo de posibles palabras encerradas.

Escuché sus amables palabras sintiendo su alma rota prácticamente dentro de mí, parecía que el aire se rasgaba a nuestro alrededor dándome cuenta de lo parecidos que éramos.
Desconozco la razón, pero realmente entiendo lo que quiere decir... Llenar ése vacío de nuestro interior derramando minúsculas gotas de gratitud, cariño, o simplemente el saber que has hecho algo bien dándote cuenta que el vacío sigue ahí... es realmente doloroso. De hecho incluso puedo considerarme afortunada en comparación, ya que al haber olvidado mi pasado también he olvidado el dolor que éste conlleva.

Mis pensamientos se quedaron en blanco al sentir su fuerte abrazo, cerré los ojos notando mis acelerados latidos junto la silenciosa frialdad de su cuerpo sin importarme el dolor en mi espalda. Mis brazos se resistieron débilmente a dejarle ir cuando él se separó, notando como se incorporaba. Aún seguía con mis ojos cerrados asimilando toda la información que ahora parecía tan clara en mi mente, apoyé mis manos en mi corazón quedándome sentada en la alfombra y sonreí.

- No me importa que o quien seas, siempre estaré aquí para ti Slade. - Afirmé sin perder la sonrisa y abriendo los ojos para verle.

Desconozco porqué aunque parezca humano, su cuerpo no lo es... Aunque si me da algo de curiosidad realmente no me importa, tan solo sé que mi propia alma grita en que no lo deje ahogarse en su soledad.

Me levante como si hubiese estado en un pesado y perpetuo sueño. Mi cuerpo se sentía cansado, el aire a mi alrededor estaba espeso. Incluso la habitación parecía diferente, llena de objetos escasamente iluminados que mostraban los colores que antes me habían ocultado. Si fuese humano creería que estaría por caer desmayado. Pero sabía que mi sensación iba mucho más allá de un simple síntoma. De alguna forma, se sentía como mi cuerpo había desprendido ligeramente una pequeña parte de la carga que fatigadamente lleve todos estos años.

No supe cómo responder a sus palabras como muchas veces no supe cómo hacerlo con estas situaciones, solo calle, le sonreí levemente para poder corresponderle anqué sea ligeramente la ayuda inigualable que no sabía que me estaba otorgando.

Mi mente estaba turbada en una tormenta de cosas que me impedían actuar o pensar como normalmente lo haría, no era yo, al menos no el que estaba acostumbrado a ser. Camine lentamente hacia la coraza de mi armadura de abrojos rotos y la lleve hasta un espacio vacío de la mesa junto con el macuto que llevaba, todo mi entorno parecía diferente, se sentía extraño, ni la ansiedad y el fulgor de una batalla había provocado este estado de incertidumbre.
Comencé a reparar aquellos abrojos con los nuevos que había comprado horas antes, el silencio me abrasaba, estaba en un trance inducido intuitivamente para calmar aquello que se me hacía desconocido. Sabía que amnesia estaba allí, en la misma habitación, pero me llego a parecer parte de ese extraño panorama, de esa ahora extraña habitación.

No quiero menospreciarla, es que simplemente, en ese momento, fui lo más parecido a lo que debería ser. Un vampiro, una criatura sin alma.

Su leve sonrisa me dejó atontada, sentía como se me ruborizaban furiosamente las mejillas pero no pude evitar apreciarlo. Se notaba que Slade no estaba acostumbrado a sonreír y en parte lo agradecí, puesto que si se dedicaba a sonreír así rompería corazones allá donde fuera.
Su profunda mirada bicolor parecía desnudarte el alma a la vez que parecía retarte a descifrar su misterio. Su nariz recta carecía de las típicas imperfecciones que tienen la mayoría de humanos, sus labios delgados siempre mostrando seriedad y respeto... si ya su rostro es bastante atractivo, el hecho de verle sonreír y más hacia mí me dejó totalmente idiotizada.
Todo él parecía hecho para llamar la atención femenina, desde sus plateados cabellos que te tentaban a acariciarlos, hasta su firme postura al andar y su educación. Suspiré remordiéndome los labios viendo como el chaleco negro que llevaba contrastaba con su pálida piel además de que parecía remarcar sus músculos, mi sonrojo ya era más que evidente sobretodo ahora al darme cuenta de cómo le estaba mirando.

Apenas en un parpadeo vi como cruzó la habitación para recoger su coraza y algo más que no alcancé a apreciar, para sentarse en la mesa y ¿reparar su coraza? En ese instante recordé que había dejado la camisa que me prestó Slade en el baño, junto con mis pantalones sucios. Me levanté sintiendo el doloroso tirón de los puntos en mi espalda haciéndome gruñir, una vez en pie respiré profundamente intentando mantener el suelo bajo mis pies y me interné decidida en el baño. Tal vez por mi culpa se le había roto o estropeado su coraza, lo mínimo que podía hacer era lavar y devolverle su camisa.
Recogí mi ropa interior y mis pantalones para dejarlos en el lavamanos, quité las ramas y hojas de las cremalleras de mis pantalones y vacié lo poco que me quedaba. Me quedé observando unas largas y resistentes tiras del mismo tipo cuero del de mis pantalones, sonreí secándome el sudor de mi frente y fui hacia Slade.

- Tengo algo que tal vez puede ayudarte con tu coraza. - Comenté sintiéndome algo cansada, pero dejándolo encima de la mesa. - No sé que te ha pasado pero este cuero es del mismo material de mis pantalones, aguantarán varios cortes sin romperse ni agrietarse. - Añadí recordando que gracias al peculiar material mis piernas solo tenían moretones.

La motricidad con la cual iba recortando y ajustando el cuero para luego cocerlo era monótona. Como cuando despiertas cansado y comienzas a hacer tu rutina para darte cuenta de que estas de pie ya preparado, sin acordarte siquiera que te lavaste la cara ni la sensación del agua fría en tu rostro. Pero fue su voz la que me saco de aquel trance.

Parte de mi aún seguía aturdida, desconocía cuanto tiempo había estado así, el solo pensar hacia que me doliera de la cabeza. Pero no era un dolor punzante, o un dolor dolido. Sería más cercano decir que era un dolor confortable, el dolor de una herida sanando, la sensación de que con el tiempo se curaría.

- Gracias, no fue nada, solo las corte para sacármela más rápido, no quería perder tiempo en hacerlo adecuadamente debido a la situación. – Agradecí respondiendo algo que no había escuchado. En realidad no importaba del todo el material, obviamente uno siempre busca lo duradero, o lo lujoso, pero para unos simples abrojos, un cuero bien curado hacia su trabajo, después de todo nadie bajaría su guardia en un combate para cortar algo tan insignificante cuando podría arriesgarse y hacer lo mismo para acabar con su rival. Pero el gesto, era lo que realmente hizo apreciarlo y colocarlo en vez del cuero nuevo q había comprado.

Ver la palidez de mi piel en contraste con el cuero negro q ella me había dado volvió a recordarme el descuido que había tenido debido a la comodidad con la que me sentía. De a poco comencé a calentar mi cuerpo para tornar mi piel a un color más natural. Si bien no estaba alimentado del todo, no me requería mucho esfuerzo, era un lujo que me podía permitir, tanto para las apariencias, como para su comodidad.

- El tabernero me dijo que hay un juego de sabanas limpias, en uno de los armarios. Supongo que aun necesitas descansar, y salvo que prefieras dormir sobre tu propia sangre deberíamos cambiarlas. Puedo hacerlo yo si no te sientes con fuerzas para ello. – Mencione sin levantar la mirada de las pequeñas costuras que estaba realizando. Mi tono era muy diferente al de antes, completamente opuesto, era el tono despreocupado, de alguien familiar, como si no hubiese pasado nada durante el día. Como del que no hablas por un mes, pero cuando lo haces, pareciera que se hubiesen visto ayer.

Me tuve que morder la lengua para impedir pronunciar otra disculpa, él había roto las sujeciones de su coraza por mí... Para atender mis heridas. Me sonrojé y sonreí con ternura viendo como él estaba concentrado, cosiendo las sujeciones de su coraza usando el cuero que le había dado. - Realmente he sido muy afortunada por encontrarte. - Pensé en voz alta.

Al escuchar lo de las sábanas mi rostro ardió. - ¡No te preocupes! Ahora estás ocupado, y yo solo he de lavar un par de cosas y no quiero darte más molestias. - Expliqué nerviosa huyendo nuevamente hacia el baño.

Realmente no me di cuenta del estado de las sábanas, me sentía exhausta y todo mi cuerpo protestaba de dolor por cada movimiento que realizaba pero no quería ocasionar más problemas. Suspiré humedeciendo un paño para poder limpiar bien mis pantalones sin dañar el material, aunque realmente dudaba que el agua lo alterase de alguna forma... Una vez limpios los dejé colgados y me apresuré a lavar mi ropa interior.
Tal vez era una vergüenza bastante estúpida puesto que ya me había visto desnuda, pero que Slade viera mi ropa interior me hacía hervir de pura vergüenza con solo imaginarlo. Colgué la pequeña prenda en el reverso de una de las lujosas cortinas del baño de tal forma que se secara sin que nadie pudiera verlo.

Cogí con cariño la camisa de Slade abrazándola, dándome cuenta de un detalle. Si la lavaba para devolvérsela tendría que usar la hermosa blusa que ahora llevaba para dormir, pero al hacerlo lo más seguro que el pronunciado escote me incomodara... Sintiendo mis orejas arder salí con la camisa en mis manos acercándome otra vez hacia él.

- Slade... ¿Te molesta si uso tu camisa para dormir? - Pregunté cabizbaja sin darme cuenta de que aún estaba abrazándola.

Si no hubiese estado tan aturdido mentalmente, quizás me hubiese parecida graciosas las acciones que de vez en cuando ella tenía. No se diferenciaban mucho de los actos infantiles que de vez en cuando ves realizar a los niños. Le daba a Amnesia un toque raramente exótico para su raza.

Me estaba tomando mi tiempo en las costuras. No es que me fuese muy difícil hacerlo, pero siempre fui demasiado detallista y paciente en lo q hago, quizás es una de mis tantas formas de tranquilizarme. Su voz había vuelto a entrar en mi subconsciente.

- Claro – Respondí aun con mi mirada concentrada en los últimos detalles de la costura. – Solo procura esta vez llevarla puesta si te desmayas – Bromee y alce la vista para mirarla. Aun no se el por qué lo dije, ¿por capricho? Quizás también necesitaba involuntariamente alguna especie de estímulo para amainar los restos de la tormenta. Quizás algún tipo de venganza o forma de pago por algo que ya estaba saldado. Lo único que si se, es que no volvería a olvidar aquella cara.

Solo procura esta vez llevarla PUESTA si te desmayas... Esas palabras resonaron en mi mente como un eco infinito, me quedé congelada sintiendo como toda mi piel se ponía púrpura de pura vergüenza, mi cabeza hervía del fuerte bochorno y de hecho hasta me mareé.

Genial, había olvidado completamente que Slade me había visto desnuda. Para rematar después de mi estúpido ataque de pánico le robé un beso, y le declaré mis sentimientos como una idiota... Si no cree que soy una buscona, creerá que soy algo mucho peor.

Tuve que sujetarme en el respaldo de una de las sillas para no caer. - Lo-lo siento mucho. - Balbuceé notando como se acumulaban las lágrimas de vergüenza. - Yo... Yo no... - Los nervios me estaban matando y la habitación no paraba de dar vueltas. - No importa. - Me interrumpí en un susurro.

Cabizbaja y dando tumbos me adentré en el baño, sinceramente ni sé si cerré o no la puerta estaba totalmente ida. Me desaté el intento de falda dejándola en el suelo y con mucha dificultad me quité la hermosa blusa para ponerme la camisa de Slade con rapidez. Me costó horrores dejar la blusa bien doblada encima de un armarito del baño, los oídos me zumbaban y la vista se me emborronaba. Me froté con fuerza los ojos para limpiar las tontas lágrimas, sé que es estúpido reaccionar así, o al menos eso creo... Pero que precisamente él me hubiera visto desnuda me mataba de la vergüenza, además el hecho de aceptar su evidente rechazo, la intensidad de mis sentimientos hacia él, y todo el estrés emocional que había pasado huyendo de esos individuos, sumando al dolor de mis heridas me tenían al límite.

- Soy una tonta. - Susurré con una sonrisa resignada.

Me esforcé en no dar más problemas, no quería que creyera que quiero aprovecharme de su amabilidad, así que salí directa hacia el armario que había dicho Slade que estaban las sábanas limpias. Quité las sucias dejándolas apartadas en un rincón del suelo, y apenas fui consciente de colocar las limpias. Me dolía todo. Sentía el sudor corriendo por mi frente, el molesto zumbido en mis oídos y hasta me parecía ver pequeñas luces dando vueltas por la distorsionada habitación.

Sonreí. Una delgada risa infantil ilumino mi rostro por unos instantes. Era la risa de un niño inocente, despreocupado de la vida, disfrutando a cada momento cada pequeño detalle que esta misma le regala.
Veía como su rostro, e incluso su cuerpo entero parecía “ruborizarse”, aun me sabia extraña esa palabra. No por desconocer su significado, sino simplemente por el hecho de que aún no me acostumbraba al cambio de color de su piel oscura.
Incluso sus ojos comenzaban a brillar con destellos cristalinos, realmente estaba avergonzada.

Perdí momentáneamente la noción del tiempo recordando cada pequeño detalle de esta pequeña escena, no quería olvidar ni el más mínimo fragmento. Ya había terminado de coser el cuero de los abrojos y le había dado un acabado bastante detallado. No solo soportaría el desgaste si no que se veía bastante bien.
Comencé a guardar las cosas en mi macuto para darme cuenta de que Amnesia se encontraba con mi camisa puesta frente a la cama de sabanas ahora limpias. Ni siquiera me había percatado de cuando la había tendido. Simplemente la observe detenidamente esperando algún tipo de reacción.

Sentía mucho calor aunque mi cuerpo temblaba, me froté varias veces los ojos para intentar aclarar mi vista y que desaparezcan esas molestas luces. No quería desmayarme otra vez. Jadeé sintiendo como perdía el balance del suelo a mis pies y el molesto zumbido iba aumentando de intensidad. Me mordí el labio para poder distraer el malestar y, tanteando la cama me senté torpemente intentando calmarme. Cerré los ojos obligándome a respirar calmadamente, e intenté ignorar el vértigo y las molestas luces de colores pensando en mis propios sueños.

Quiero poder disfrutar de todas las bebidas alcohólicas que hayan, quiero poder aprender y divertirme conociendo lugares nuevos, algún día quiero poder andar sin mi capucha cubriendo mi rostro sin miedo, quiero aumentar mi resistencia y poder probar mis habilidades junto a Slade, quiero... Interrumpí mis pensamientos para bajarme el cuello de la camisa para poder refrescarme un poco, el calor me estaba agobiando mucho aunque al pensar en mis objetivos parecía que el malestar remitiera un poco.
Sonreí con amargura al recordar al niño que me apuñaló, sé que no es su culpa ya que cualquiera habría hecho lo mismo... Pero no por eso dejaba de doler.

- Quiero dejar de tener miedo... - Murmuré perdida en mis pensamientos. - Aunque ahora mismo lo que más quiero es que este maldito calor me deje en paz. Y de paso poder robar algún mago o clérigo alguna poción de esas extrañas para que deje de dolerme todo... - Susurré mareada.

Sentía el suave cosquilleo de la alfombra en mis pies, y extrañamente la mullida cama en mi espalda. ¿Que no me había sentado? suspiré cansada de sentirme tan débil tanto física como mentalmente.

- Entonces deberías de enfrentarlo y conquistarlo – Respondí parado frente a ella.

Segundos antes, dejando la coraza terminada sobre la mesa y mi macuto colgado sobre el respaldar de la silla, había comenzado a acercarme lentamente a ella que parecía estar fuera de sí. Seguramente aún seguía afectada, de otro modo, si sus sentidos eran como los creía, se hubiese dado cuenta de mi presencia.

- Y no hace falta que robes – Continúe – Puedo hacerte un préstamo, porque sé que no lo aceptarías si te lo diera – Mencionaba descuidadamente mientras me recostaba a su lado sobre la cama, a una distancia bastante prudente. Miraba al techo pensando en la situación en la q me encontraba, añorando esa sensación que hace tiempo había dejado de sentir, era lo más parecido a la comodidad de un “hogar”, de lo q había sentido hace ya mucho tiempo.
Aunque tambien pensaba si habia hecho lo correcto a responder a un susurro casi involuntario, quizas personal. Aveces, cuando estoy tan relajado, no diferencio las palabras de los susurros, y aunque pueda escucharlos con claridad, no siempre es sabio responderlos.

Miedo, el lugar donde mueren los sueños. Pensé.

- Tengo varias piezas de oro... Como 20 o algo más. Tengo la costumbre de repartir mi dinero en mis múltiples bolsillos, ahora están en la pequeña repisa del baño si quieres cogerlo. - Expliqué sin abrir los ojos apartándome el cabello de la frente. - Si fuera tan fácil ir y comprarles a esos gruñones una poción sin que llamen a la guardia, creo que haría una fiesta. - Comenté cansada sin saber muy bien si estaba hablando con Slade o si estaba soñando.

Había sentido como se hundía la cama cerca mío pero no le di importancia, si era un sueño o se trataba de él dudaba que hiciera alguna cosa en mi contra. Confiaba totalmente en él.

El comentario de enfrentar y conquistar mi miedo aún resonaba en mi mente. Realmente quería dejar mis miedos atrás... No me consideraba una cobarde precisamente, ¿pero cómo enfrentar al odio irracional que siempre me rodeaba?
Con gran esfuerzo subí las piernas en la cama y me giré para acomodarme, abrí los ojos enfocando mi distorsionada mirada al distante techo, el calor aún estaba asfixiándome aunque parecía que el molesto zumbido de mis oídos y las odiosas luces iban remitiendo.

- ¿Cómo lo hago? ¿Cómo enfrento mis miedos? - Pregunté al aire sin saber muy bien cómo expresarme. - Me apuñaló un niño que apenas superaba mi cintura, el hombre que antes vi afuera es su padre... ¿cómo me puedo enfrentar a ellos sin convertirme en lo que tanto me acusan? - Mi voz estaba distorsionada, desconozco si es por el cansancio o el amargo sabor de pronunciar mis dudas en voz alta.

Apenas podía moverme, sentía mi cuerpo pesado y adormecido aunque parecía querer hervirme viva. Giré la cabeza para poder buscar la silueta de Slade, quería poder ver su mirada.

No me interesaba para nada tomar su dinero. Pero sí, el lograr entender a mayor profundidad el calvario que soportaba día a día.
A pesar de mis orígenes, viví un tiempo en las calles, también muchos de mis hermanos habían pasado momentos tiránicos en sus vidas, pero nunca había conocido a un Drow como ella. Sentía curiosidad.

- Enfrentarlos no es el problema – Argumente – El problema es tener la voluntad suficiente para enfrentar la adversidad que supone tu raza para las sociedades de este mundo. Los humanos son seres rencorosos, y que llevan en su sangre el odio de sus antepasados, odian sin saber. Y los Elfos, no los conozco tanto como quisiera, pero su vanidad y sus rivalidades son algo de saber común. – Hubo una pausa. – No va a ser fácil hacerlo. – Otra pausa – Tendrás que ser muy paciente, y quizás algún día te reconozcan y te odien un poco menos. – Calle.

Calle no por no tener nada que decir, calle porque estaba pensando que hacer con ella. Me había demostrado mucho más que personas en toda una vida. Pero a pesar de todo aún seguía siendo una desconocida. Que ella sea aceptada medianamente por la sociedad creándose un renombre, iba a ser una tarea muy difícil, y quizás a pesar de todo el esfuerzo no se podía asegurar nada. Pero había una manera más fácil de hacerlo, pero aun así seguía siendo un camino lleno de piedras.
Lo pensé. Lo decidí.

- Únete a nosotros – Dije con firmeza. – Viste las alas de los Fénix Negros.

- De momento me conformo con saber que tú no me odias. - Dije sonriéndole cansada.

Sabía que no podía erradicar el odio hacia mi raza, era más que obvio que se lo habían ganado a pulso con todas las atrocidades que han hecho. No soy tan ingenua como para creer que solo con mis "buenas acciones" me aceptarán, sobretodo los elfos. Apenas me había cruzado con uno pero gracias a mi instinto pude evitar delatarme, aunque eso no impidió que desconfiara al acto de mi siguiéndome durante horas.
Me froté los ojos a la vez que reprimía un bostezo quedándome en silencio observando su rostro pensativo, tenía el entrecejo fruncido como si estuviera meditando tomar una gran decisión.

Sus siguientes palabras dejaron mi mente en blanco, parpadeé varias veces y tuve que pellizcarme la mejilla para confirmar que no estaba soñando al escuchar su oferta. - Vale... Confiesa. Estoy muerta y eres un ángel ¿cierto? - Comenté aturdida sin saber muy bien cómo reaccionar.

Mi corazón comenzó a latir acelerado y no podía dejar de verle boquiabierta. - Soy... soy una ladrona y bueno... no es, digo los Fénix Negros sois algo así como algo parecido a la... ¿justicia?... y lo peor, ¡soy una Drow! ¿no te daré más problemas? - Balbuceé preocupada. - Aunque sería genial poder ser una mancha en el orgullo de mi horrible raza. - Murmuré sonriendo con picardía ante la idea.

- Dame un segundo, creo que el calor me ha frito el cerebro. - Pedí de golpe cerrando los ojos para controlar todo mi nerviosismo. La cabeza me daba vueltas tanto por el mareo como por las alocadas ideas que se formaban, el calor no quería desaparecer y aunque me dolía todo el cuerpo me esforcé en girarme de lado hacia Slade acercándome a él.
Suspiré y acomodé las manos en mi pecho reflexionando sus palabras, que él me ofreciera unirme a su grupo o lo que sea que fuera era realmente increíble. Ya me había explicado antes la importancia de esos emblemas, así que me ofreciera a MI un puesto en el no era cualquier cosa.

- Disculpa mi nerviosismo. - Dije ya más calmada abriendo los ojos para enfrentar su mirada. - Desconozco que puedo ofrecer pero si puedo ayudarte siempre y cuando no te cause problemas con mi presencia acepto encantada. De lo contrario seré igualmente feliz en acompañarte desde las sombras. - Finalicé sonriendo dándome cuenta de que no quería separarme de él.

No podía negar que esto era una apuesta arriesgada. Y a pesar de que las decisiones siempre corrían por mi cuenta, no podía obviar las opiniones de mis hermanos. Aún quedaba mucho camino por recorrer.

- No todos los Fénix comparten un pasado brillante – Explique - Muchos tratan de compensar sus errores del pasado ayudando a otros. No hay odio racial entre nosotros, ayudamos a todas las razas por igual, no sería raro que haya una Drow entre nosotros, solo algo inusual. – Le di un momento. Aún seguía desvariando tomándome como una luz en su oscuridad, no estaba acostumbrado a ello, por lo que por lo general obviaba ese tipo de comentarios.

- Vi personas más rudas que tú quedarse muda ante la propuesta, digamos que lo estas manejando bien, teniendo en cuenta de que aún no conoces bien quienes somos. – Respondí a su nerviosismo. – Pero no será fácil, la gente aún te seguirá mirando con desprecio, y por más que no hagan nada en nuestra presencia, hablaran a tus espaldas, te negaran su mirada, y si pueden hasta la palabra. – Calle por un momento - Sé que te acostumbraste a una vida entre las sombras, evitando el contacto con la mayor cantidad de gente posible y soportar el desprecio diariamente. Pero caminar a la vista de todos, y sentir constantemente el peso de su odio en vez de huir de él, puede ser mucho más difícil de lo que venias viviendo. Pero si puedes soportarlo, pronto comenzaran a verte como una de nosotros, y poco después, comenzaran a verte como persona.

Estas últimas palabras me dolieron. Los humanos tienden a juzgar todo como si lo supieran todo. Son criaturas rencorosas, manipulables, hipócritas. Pero también portan una luz en su interior, que ninguna otra raza posee. El amor.
“De lo contrario seré igualmente feliz en acompañarte desde las sombras.” Sonreí. Fueron casi las mismas palabras que uso Dranius cuando lo conocí.

- Yo... - Suspiré interrumpiendo mi balbuceo para acercar mi mano a su mejilla aunque sin tocarle, no por vergüenza sino porque no sabía si él se sentiría a gusto con mi roce. - Me has regalado tantas cosas increíbles sin esperar nada a cambio... Y no me refiero solo a la ropa que ha sido un detalle muy hermoso. - Bromeé intentando explicarle como me sentía. - Confianza, seguridad, sueños, esperanza y... - Carraspeé incapaz de pronunciar la siguiente palabra apartando mi mirada hacia las sábanas sintiendo como el rubor iba hormigueando por mis mejillas. - Eres el primer hombre que me conoce realmente tanto por dentro como por fuera por mucho que me avergüence. - Comenté entre divertida y abochornada. - Te has ganado mi completa confianza Slade, así que no me importa lo que los demás piensen de mí. - Dije sonriendo.

Un pensamiento cruzó mi mente provocando que volviera a enfocar mi mirada en él. - ¿Tu líder no se molestará? ¿o tus compañeros? Ya sé que has dicho que ayudáis a todas las razas por igual, pero... ¿está bien que alguien como yo esté entre vosotros? - Pregunté preocupada.

Desconozco el motivo pero mi vista se desvió hacia sus finos labios, tomé aire sintiendo la gran tentación de bajar mi mano aún extendida para acariciar su rostro, pero si lo hacía lo más seguro es que no podría contener mis ganas de volver a besarle. Suspiré a la vez que cerraba mis ojos y me remordía los labios para intentar calmarme, por más que lo quisiera no podía dejarme llevar por mis estúpidos impulsos por muy tentadores que fueran.

Sonreí resignada y fui apartando lentamente mi mano de su rostro.

- Ya te lo he dicho, es lo que hacemos – Respondí lenta y simplificadamente a sus palabras. – Aunque admito que te trate un poco diferente a los demás, pero eso ya lo habrás notado – Proseguí con una mirada picara de reojo, no solo por mis palabras, sino también por la cercanía de su mano en mi rostro.

Aquella era una de las razones por la que la fidelidad de los Fénix Negros era indiscutible casi sin dudarlo. No solamente eran grandes guerreros que se formaron a través de un duro entrenamiento. Muchos de ellos fueron rescatados de la mismísima oscuridad, sin esperanza alguna, sin haber sentido amabilidad. Y el hecho de sacarlos de aquel pozo de olvido, había forjado un vínculo de lealtad como de las que se ve poca hoy en día.

- Mi opinión no es absoluta – Me limite a contestar, obviando profundizar el tema. – Seguramente se harán muchas preguntas, quizás algunos quieran ponerte a prueba, pero más allá de eso, no veo el por qué nieguen mi proposición. – Aunque él quizás se oponga un poco , pensé un tanto divertido.

Sentí como su mano se iba alejando lentamente. No la estaba mirando directamente pero pude ver perfectamente sus lentos movimientos. Mi vista se encontraba mirando más allá de las vigas del techo, mas allá de alguna realidad visible, se encontraba mirando el futuro, las posibilidades, las decisiones, los problemas, las soluciones. Y todo, terminaba en Amnesia.

- Daré mi mayor esfuerzo. - Afirmé sonriéndole. No me importaba cuantas o cuan duras fuesen las pruebas que me pusieran por delante, ahora que había encontrado a Slade no me rendiría. - Aunque no sé si podré responder muchas preguntas, apenas sé nada de mí misma... - Murmuré pensativa acercando mi mano extendida hacia mis labios.

No esperé el fuerte escalofrío que recorrió mi cuerpo al sentir mis dedos fríos al rozar mis ardientes labios, ¿tengo fiebre? me pregunté algo ida. Solo sé que estoy cansada, siento mi cabeza embotada, el fuerte calor me adormece cada vez más y realmente he de esforzarme en intentar concentrar mis pensamientos. Suspiré acercando mis piernas a mi pecho pero sin encorvarme para no sentir el doloroso tirón de los puntos en mi espalda.

- ¿Sabes? tienes suerte que me sienta tan mal. - Bromeé con los ojos cerrados disfrutando de la suavidad de la cama. - Eso te salva de que te robe otro beso. - Expliqué cansada pero divertida. - Aunque imagino que he de besar horrible ya que nunca besé a nadie... O bueno eso creo. - Murmuré adormecida.

Intenté abrazarme para impedirme abrazarlo si me quedaba dormida, pero el dolor de mi hombro y mi espalda me impedían hacerlo. Suspiré resignada entrelazando los dedos de mis manos, tan solo esperaba que de esta forma junto al cansancio me impidieran hacer lo que realmente deseaba. Aunque un abrazo no es tan malo ¿no?

- Gracias. - Susurré dejándome llevar por la arrulladora oscuridad.