El bosque de los retos

Agracié sus reflejos, solo una de las agujas había conseguido rozarla provocando que su blusa se desgarre en su costado izquierdo a la altura de la costilla. Ese pequeño roce hubiese sido suficiente para acabar con la mayoría de los humanos si hubiese estado envenenado, pero aunque lo hubiese hecho, aun desconocía su tolerancia a los venenos y toxinas. Después de todo, ella también las usaba.

Sus estocadas buscaban matarme, no había ningún tipo de vacilación en sus movimientos. Si bien al comienzo eran algo rítmicas, me vi obligado a desenfundar otra daga si quería seguir continuando con este intercambio de golpes que me estaba proporcionando.
Sus habilidades en el combate eran sobresalientes, estaban a la par de sus reflejos. Se notaba que estaba instruida correctamente en el combate cuerpo a cuerpo, pero con este simple intercambio de golpes, a pesar de su complejidad al intentar solo defenderme para medir sus habilidades fingiendo estar acorralado. Si ella hubiese podido permitirse la vista y estar entrenada para no caer ante simples trucos, admito que podría ponerme en un grave aprieto.

Tan solo fueron unos pocos segundos, largos segundos estudiados milimétricamente. Aproveche aquella patada con fiereza para impulsarme de un salto hacia atrás proporcionando una gran distancia entre nosotros. Era grácil como un felino, una hermosa pantera.

- Ya puedes salir… Slade – Mencione apenas apoye mis pies luego de aquella pirueta, detuve todos mis movimientos y sed de sangre, ya no era necesario pelear.

Mi mente estaba en blanco mi cuerpo se movía antes siquiera de pensar cualquier movimiento, era como si hubiera nacido conociendo cómo moverme pero sin saber quien me enseñó. De hecho, si me vendé los ojos aparte de agudizar mis sentidos fue para poder atacar sin remordimientos, si alcanzaba a ver el rostro de Dranius mil dudas asaltarían mi mente y sería incapaz de entregarme al 100% en mis ataques. No quería morir, pero tampoco quería matarlo.

Interiormente me burlé de mi propia debilidad.

Asesté una fuerte patada sintiendo como aprovechaba el impulso para alejarse de mí, mis piernas ya estaban preparadas para alcanzarlo cuando escuché que nombró a Slade.

No pude evitar dar un pequeño tropiezo y abrir la boca sorprendida, bien podía ser un truco para que bajara la guardia pero pude sentir como él detuvo sus movimientos.
Con el corazón latiendo furiosamente en mi pecho me quité la venda de los ojos notando el obvio temblor en mis manos.

- ¿Slade? - Murmuré casi con miedo.

- Y esta, mi hermosa dama, es la última lección de la noche – Dije fríamente mientras guardaba mis dagas bajo mi capa sin hacer contacto con su mirada. – Esto es lo que pasa cuando las emociones entran en el campo de batalla, un fénix no puede permitirse una distracción, somos pocos, y siempre luchamos contra muchos. – Afirme con seguridad - Si en realidad estuviese acompañado, y buscara matarte, posiblemente esto lo hubiese provocado, de lo contrario, terminarías herida, lo cual llevaría a la larga al mismo camino. –

Las presencias que nos rodeaban con una sed de sangre notoria, comenzaban a desaparecer como el humo. Eras sombras que proyectaban mi propia sed de sangre, sombras proyectadas por mi habilidad.

- No mentí del todo cuando dije que no vine solo, pero mis escoltas se encuentran a pocas horas de distancia, solo estamos nosotros. – Proseguí – Posees buenas habilidades, solo eres un poco ingenua y sentimental, pero es comprensivo, muchos lo son, solo que nosotros hemos aprendido por las malas.
La forma en la que había reaccionado y la expresión que había realizado estaba dentro de mis cálculos, sabia como reaccionaria, y también temí por ella. Si algo la había mantenido con vida además de sus habilidades, es el hecho de que siempre viajara sola y no conversara con nadie. No era la primera vez q yo realizaba esta clase de tretas, y en un momento, llegue a visualizar la sangre de Amnesia en mis manos.

- Ve al paso de las montañas de Ishbelt dentro de una semana, te esperare allí. – Mencionaba mientras acomodaba mi capa para comenzar a marcharme, no tenía apuro, quizás ella quería preguntar algo más. De lo contrario, simplemente me marcharía en la oscuridad y el silencio de la noche, esperando que llegara allí sin inconvenientes.

Caí sentada de rodillas sintiéndome totalmente aturdida, sus palabras resonaron en mi mente como un eco. - ¿Todo esto... ha sido una especie de prueba? - Odié el temblor de mi voz, pero aún estaba sorprendida. Me sentía tan estúpida y torpe...

Escuché como me dijo que me esperaría en ¿el paso de las montañas de Ishbelt? me remordí los labios nerviosa, nunca había pisado esa zona pero si dijo que me esperaría allí no le fallaría. Vi como se arregló la capa dispuesto a irse provocando que me pusiera de pie de un salto, enfundando mis espadas con rapidez.

- ¡Espera! - Fui corriendo a mi bolsa y saqué los pequeños tazones envueltos en la toalla, con rapidez cogí el broche que aún estaba en un tazón limpiándolo velozmente por si acaso se había manchado con las prisas y se lo lancé para que pudiera cogerlo. - Estoy esforzándome para no volver a robar ¿sabes? no puedo quedármelo sin tu permiso. - Expliqué sacando la lengua.

Suspiré observando su oscura silueta y sacudí mi cabeza para ahuyentar mis miedos. - Daré lo mejor de mí para no hacerte esperar. Espero no haberte decepcionado. - Dije con gratitud y respeto, haciéndole una pequeña reverencia.

Puede que Dranius fuera bastante retorcido con sus tácticas pero comprendí el porqué lo hizo. Sonreí feliz al darme cuenta que podría volver a hablar con él, dudaba que quisiera ser mi amigo o algo parecido, pero tener a alguien con quien poder hablar para mí era un hermoso regalo.

- Solo el comienzo – mencione con temple. Esto no era más que el aperitivo, una especie de rito de iniciación para comprobar la disposición y personalidad del candidato. Aún faltaban muchas otras pruebas más donde se determinarían sus cualidades físicas y mentales y habilidades de las mismas, y luego, seria asignada a una división para comenzar a hacer su renombre desde allí. Era un camino largo y cansino, pero era un camino que todos habíamos elegido.

Ella me había demorado unos escasos segundos dispuesta a devolverme el pequeño adorno de plata en forma de fénix que le había otorgado momentos atrás. Se lo devolví casi con el mismo movimiento opuesto que utilice para agarrarlo. Ni siquiera lo mire, solo me dispuse a buscar un objeto entre mi capa mientras acompañaba la acción con unas palabras. – Te lo he obsequiado, no mentí en ello, no es más que un simple adorno que vale más su peso en plata que lo que costó que el herrero lo hiciera, puedes quedártelo, con este me es más que suficiente – Termine mis palabras mostrándole un emblema labrado en plata y joyas del tamaño de mi palma.

Ignore si hizo algún comentario o formulo alguna pregunta, ya me había dispuesto a marchar y no tarde mucho más en desaparecer en la oscuridad sin dejar rastro alguno de mi presencia, no que la mayoría pudiese rastrear. Me movía rápido, no tenía un horario que cumplir, pero si algunas preguntas que buscaban respuesta. Mi vida es así, vivo cada segundo, en el solitario manto de una sombra silenciosa.

Tal cual lancé su broche me lo devolvió diciéndome que me lo había obsequiado, mostrándome ahora el verdadero emblema hecho con plata y finas joyas incrustadas. Abrí la boca pero ningún sonido salió de ella. Slade me había enseñado el suyo de hierro, ¡pero el de Dranius era de plata! ¿eso significaba que tenía un rango superior a Slade?
Memoricé con rapidez todos los detalles para que no hubieran más confusiones por mi parte, aunque apenas alcé la vista desapareció fundiéndose entre las sombras de la noche.

Suspiré sintiéndome agotada emocionalmente pero feliz, no podía borrar la sonrisa en mi rostro.

Fui hasta mi bolsa y saqué una delgada tira de cuero, con cuidado enrollé el cuero en la aguja del broche para sujetarlo e impedir pincharme y me lo até al cuello como si fuera un collar.
Me puse nuevamente la holgada blusa gris, mis guantes y la capa repasando no haberme olvidado nada, o haber dejado algún rastro y, atándome mi bolsa a mis cinturones me fui del hermoso bosque teniendo aún en mente las advertencias de Dranius.

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