Petalos de una rosa negra

Dejé que murmurara, no dije ni una sola palabra mientras ella seguía consiente, si así podría llamar el estado en el que se encontraba. Se notaba el peso del cansancio en cada palabra que susurraba, estaba siendo abrasada lentamente por las puertas del sueño, del descanso. – Gracias a ti. – Fue lo único que llegue a mencionar una vez ella ya se había adentrado en aquel territorio.

No me importaba como podría llegar a besar, era algo que encontraba muy redundante. Tampoco el quien fue en su “vida” pasada, ya se lo había dicho, sus acciones habían hablado lo suficiente como para poder arriesgarme a creer en ella.

Tome la mitad de una de las hojas que guardaba en mi morral, y comencé a escribirle una nota. No me gustaba tener que dejarla, no quería q sienta que la estaba abandonando o algo por el estilo. Pero temía en lo que podría llegar a ocurrir si seguía quedándome junto a ella este día.
El momento me favorecía, no faltaba mucho para que el sol comenzara a ocultarse si es que ya no lo estaba haciendo. Tome lentamente mi coraza y me la coloque con cierta dificultad, luego mi capa y mi morral antes de tapar a Amne con la suya y mirarla por última vez antes de mi partida. Seguía luciendo esplendida.

No tomes suposiciones apresuradas, necesitaba partir, hay ciertos asuntos que tengo que atender antes de tu incorporación, no tardaremos en encontrarnos nuevamente, o eso es lo que espero. Sigue tu rumbo, no me esperes en la ciudad, no quiero q te arriesgues, no te preocupes, te encontrare.

Slade.

PD: No vuelvas a robar, dos monedas de platino deberían ser suficiente para cubrir tus gastos hasta que nos volvamos a encontrar. Tómalo como un préstamo si no quieres recibirlo como obsequio. Los asuntos en la taberna ya estan arreglados, si es necesario, te dejaran salir por atras.

Tome mis espadas, y me retiré.

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