Una vieja andanza (Relato)

Esta es las historia de unos jóvenes aventureros, que luego de años de entrenamiento, decidieron partir en un viaje para conocer el mundo. El grupo está constituido por Aesir, Emmeth, Farentgheit y Thorin. Si bien son novatos, tienen un gran espíritu.

Aesir es un joven enano de 65 años de edad de naturaleza rebelde, nacido en el clan bárbaro de los Domridth. Su fuerza es extremadamente alta, lucha con un hacha de dos manos y le importa poco si porta o no armadura, es capas de ir al frente con el pecho descubierto. Realmente es como un oso enfurecido cuando pelea.
Emmeth, un joven hechicero humano de 22 años de edad. De carácter tranquilo, amable y firme. Es aspirante, por lo menos en su sueño, a ser un discípulo de dragón rojo.
Farentgheit, un joven elfo mago con una extraña naturaleza... es aspirante a nigromante. Es un tipo calmado, aveces de pocas palabras, le gusta meditar en las noches, piensa todo varias veces antes de ejecutar una acción. Su objetivo es llegar a ser un maestro en la nigromancia.
Thorin, un joven enano de 85 años de edad, entrenado en la guardia de Gymnridoth. Cansado de estar bajo tierra, decidió emprender un viaje. Es un tipo frío, no hace amistades con facilidad y desconfía mucho de todo, aun así, es capas de defender a su grupo hasta la muerte.

En una mañana despejada y cálida, ya lejos del pueblo de donde partimos, nos encontrábamos en una carreta cubierta, tirada por dos caballos y conducida por un viejo amargado. Todo estaba muy tranquilo, corría una tibia brisa, los pájaros cantaban mientras los árboles danzaban llevados por el viento.
A ambos lados del camino había un espeso bosque. La luz se filtraba por entre las copas de los altos árboles, iluminando así el lugar.
Estábamos hablando animadamente, cuando de repente se sintió una sacudida. La carreta había frenado, el por qué... no lo sabíamos.

- ¿Phill, por qué nos detuvimos? - preguntó con voz potente Emmeth, el viejo estaba un poco sordo. Aún así nadie respondió. - Bajaré a ver que está pasando - dijo con total decisión.

- Yo también voy - dijo Farentgheit.

Me quedé con Aesir en la carreta, él parecía concentrado en escuchar cualquier sonido proveniente del lugar. Por lo que no me atreví a preguntarle nada.

El por que se detuvo tan abruptamente la carreta no lo sabia, pero creo que todos podiamos llegar a darnos una idea de lo que podria haber ocurrido. Tome la ballesta modificada que tenia junto a mis pertenencias. A pesar de ser hábil con el arco desde mi infancia opte por la fuerza penetrante de la ballesta, por lo cual como festejo de mi madurez el alcalde de la aldea roja me obsequio en nombre de todo el pueblo esta belleza modificada por gnomos para que sea fácil recargarla, aunque podía recargar mucho mas rápido de lo normal no igualaba la velocidad del tiro con arco, pero no perdía toda la potencia que tienen estas.
Salimos de la carreta con precaucion. Emmeth estaba delante mio avanzando despacio por el costado izquierdo. Para nuestra sorpresa, y si que la fue, encontramos a los caballos degollados. El conductor había desaparecido pero se divisaba un rastro de sangre que se perdía en lo profundo del bosque.

- ¡Preparen las armas, es una emboscada! - Grite al ver que un grupo de Goblins salían detrás de los arboles hacia nuestra dirección, arremetiendo para atacarnos.

Para este entonces Emmeth se encontraba con el arco listo y apuntando a uno de ellos al cual disparo y clavo su flecha en su brazo. Apunte mi ballesta y lance mi virote hacia aquel que se encontraba herido, le di justo en el pecho y cayo tumbado al suelo, quizás este muerto. Pero aunque así fuera, aun 5 de ellos corrían furiosamente a nosotros.

Aesir y yo, escuchamos el grito de Farent. En ese momento pude ver como Aesir se hinchó y enrojeció, al momento en que saltaban de la carreta. Este dio un fuerte grito de fervor, lo que hizo que me sintiese mas fuerte y decidido.

Visualizamos a 5 goblins y nos abalanzamos sobre ellos. La pelea fue un poco dura, ellos eran más y además Emmeth y Farent ya se econtraban algo heridos.
Farent y Emmeth se habían puesto a cubierto con sus armas de tiro, mientras que Aesir y yo nos enfrentabamos cuerpo a cuerpo con los restante 5 goblins. Uno de ellos corrió hacia mi y dio un salto, en el momento justo le dí con el escudo en la cabeza, dejandolo tumbado en el piso. Dos flechas pasaron rozandome la cabeza y le dieron de lleno a un goblin, dejandome tan solo frente a uno al cual le rebane el cuello. Voltee para ver la situación de Aesir, uno de los goblins estaba mal herido, y un segundo despues una flecha le asestó en la cabeza. El enano dió un grito enfurecido, salto sobre el último goblin e hizo descender su gran hacha sobre el pequeño monstruo, acción que desencadeno en una terrible salpicadura de la hedionda sangre goblin. La pelea había finalizado.

- MALDITO GOBLIN!!! - grito enojado Aesir que estaba bañado en sangre.

- Tal vez no deberías haber abusado tanto de tu fuerza - le dije riendome fuertemente - Emmeth! Farent! ¿Están bien ustedes? - pregunte mientras me examinaba un corte poco profundo en mi pierna derecha.

Por un momento pensé que mi aventura acabaría acá, la magia a pesar de ser poderosa requiere preparación, y por mi parte cometí el gran error de no prepararme, pensé muy torpemente que el viaje seria tranquilo.
Tenia un corte algo profundo en el abdomen, Emmeth creo que la saco mas barata pero aun así se notaba una gran herida en su brazo. Salir primero nosotros no fue muy sabio de nuestra parte.

- No tanto, pero me recuperare - Dije consiente mente mientras vi como uno de los Gobling que se encontraban tumbados comenzaba a intentar ponerse de pie. Arroje mi ballesta descargada y me adelante rápidamente desenfundando mi espada corta para clavársela de lleno al pecho del asqueroso ser.

- Casi - Dije con algo de dolor mientras sujetaba mi abdomen evitando el sangrado.

Ocupamos los siguiente 30 minutos dedicándonos a tratar nuestras heridas, nos habían dejado sin caballos, sin cochero y aun quedaba un largo viaje, con suerte llegaríamos al anochecer a nuestro destino. El castillo del Conde Allvhin, iríamos a ofrecerles nuestro servicio, habíamos sido llamado por ello. Anteriormente habíamos logrado buenas hazañas en los poblados cercanos por lo cual parece que llamo su atención.
Luego de vendar nuestras heridas tomamos lo poco que traíamos con nosotros, algunas mochilas de viaje, mas que nada por provisiones. Entre nuestras pertenencias note a mi pequeño familiar, mi búho Ulwirth, aunque de pequeño no tenia nada, había crecido desmesuradamente estos últimos años, como buen familiar estaba consiente de mi dolor, y la preocupación invadía su rostro.

- No te preocupes, no es nada grave - Le susurre mientras tomaba su jaula y la abría dejándolo salir. No podía darme el lujo de cargar con ella, no si teníamos que caminar el resto del camino.

Habremos estado circulando aquella ruta por mas de 6 horas, el sol comenzaba a esconderse, anocheceria en cualquier momento. Habíamos dejado algún que otro objeto y el carruaje en el camino, por suerte poco tiempo después divisamos a lo lejos el castillo, era tal cual como nos lo habían descrito.

El viaje había sido mas confortante de lo que habíamos pensado, a pesar de que estábamos exautos por nuestras heridas la charla que tuvimos fue una de las muchas que tendríamos en lo que restaba de nuestra aventura, pero eso no la hacia menos importante.
Al poco tiempo y después de varias bromas llegamos a la puerta, al fin habíamos llegado. Al fin podríamos descansar.